Te pierdes la mitad de tu vida.
No sabes lo que se siente al observar la cara del que esta muriendo, por eso dices todo esto.

Miles de veces disfrutaste tener mi cuerpo drogado acariciándote.
No te importó que la sangre me estuviera ahogando.
No te importo hacer el amor con un cadáver.
Cuando me negué a caer, fue tu adicción la que te ofreció a mi como un cadáver adyacente a mis depravaciones.
Es tu cara distorsionada, por el placer y las drogas.
Y eran tus latidos los que me demostraban que seguías ahí.

Yo quería ser feliz. Tener una vida normal y una casa con perros labradores.
Quería llegar al cielo.
Pero a medida que ibas cayendo y que el efecto de la droga se hacia mas débil me arrastrabas contigo, hacia abajo, hacia el infierno.

Ahora es mi turno.
Desliza el filo del metal por tu cuello.
Quiero empaparme de tu sangre.
No quiero oír mas que el sonido que produce el sexo. Ni latidos, ni quejidos, ni nada.
No hay nada mas excitante que ver tu rostro tembloroso apunto de morir
Creo que me volví un adicto a hacer el amor con los cadáveres.
Déjame ayudarte con eso.
¿sientes frío?
¿te suicidarías por mi?
Hazlo, como yo una ves me volví tu cadáver.
Eso es mi amor, ahogate con tu propia sangre.
Eso es...

Únete a mis gritos...
ódiame por unos días, y estudiame con mas cuestiones.
Siente como me clava esta corona.
Siente que las estacas debieron ir en mi corazón.

Estoy listo para acariciar los mantos de la muerte.
Ojala que la voluntad de tu belleza se apodere de tus palabras.
Ojala que la tu tristeza se trague mis plegarias.
Porque han violado mi templo.
Y se han robado mi fe en ti.
Nos hemos decepcionado mutuamente.

He caído frágil en las espinas que una ves envolvieron tu pensamiento.
He estado en el infierno cerca de 777 veces.
¿Aun así me amas?
¿se puede amar a alguien a quien no le crees?

Espero que el veneno que estoy tragando mate también a mi victima.
Pues he vendido un alma que tiene tu nombre.

Es el exquisito olor dulce que deja la guillotina rebanando mis lagrimas, mezclado con el ácido sabor de la incertidumbre y el terror del intruso lo que completa esta receta.
Es el miedo en sus ojos lo que me satisface.
Pero tu abandono se volverá inminente cuando me veas comer.

Tuve que dibujar tu cuerpo en la pared para no hundirme sobre ti.
Tuve que sacarme los ojos para que pudieses ver algunas cosas que no les permití ver a los demás.
Tuve que pintarte de colores para que te dieras cuenta de lo distinta que eres.
Tuve que rechazar al sol para ver tu luz.

Correr jamas me acerco a ti.
Avanzar jamas nos alejó.
Estar junto a ti, era hacer el amor con tu aroma.
Mirándome apagabas mis sombras. Se retorcían ocultas quien sabe donde, hablando acerca del dolor del futuro impacto. Ellas también terminaron enamorándose de ti.
Jamas debí brillar.
Jamas debí decirte que todo era un reflejo.
No debí darte flores si aun no derramabas tu sangre.

Debí envolverte en espinas. Sin gritar hubieses escapado, viendo como se sacrificaba mi voz.
En silencio tuve que observar como te ahogabas en laberintos de espuma.
Fuiste la única.
Durante un segundo se apagaron las luces. Y pude ocultarte en mi oscuridad.
La esclavitud no te tocó.

Pero comenzaste a gritar.
No parabas de gritar.
Todos voltearon hacia mi.
Me lanzaste sobre las legiones.
Me lanzaste para que muriera.
Y te lanzaste tu para que otro espíritu te conociera.

Pero huí, arrastrándote hacia las cavernas de mi corazón.
Una vez maniatada, te hice el amor con mi espada.
Hice que tu sangre fuera mi sudor.
Y con tu piel me cubrí para dormir aquella noche.
Lo demás estaba desparramado lejos de aquí.

Te amo aunque estés muerta.
Y se que tu me amas aunque yo te halla quitado la vida.