Es fácil perecer cuando no existen manos en sepia para ti.
Me pondré entre el sol y tu, para darte sombras. Ellas te harán caricias mientras yo me quemo eternamente. Pues antes de ti yo fui.
Tu eviterna esclavitud conoce mis secretos. Un día le vendí mi inocencia por treinta monedas de oro. Y hoy la usa contra ti.
Aunque parezca agua de mar.
Si es amor lo que te trajo hasta aquí, ¿por qué sigues de rodillas?
Es tu boca seca nuevamente la que hace que esto termine.
Es la que te hace adicta.
Limpia con un dedo lo que queda y vuelve a tragar.
Porque estas bajo mi encanto.
Me perteneces ahora.
Ya casi son las 5:00 a.m. y tu cuerpo debe estar postrado en las sabanas que preguntan ¿por qué?
¿Por qué existe el extraño aroma de un adiós que se fusiona en tu memoria?
Casi cornalina.
Ni fue una exageración besar tus ojos. Para que no pudieras ver en mi rostro cómo despedía momentáneamente mi soledad.
Tu deberías saber mejor que yo, que nos estamos enamorando.
Deberías sentir que mis dedos aprietan entre sí tus flores con un tono distinto.
Y es que las grises llaves con las que cierro mis puertas ya no fueron necesarias.
Te tengo a ti.
Tengo al sol burlándose de mí. Y ni un centavo para serenatas.
Pero está mi voz dispuesta a entonar un te quiero.
Y mis fotografías comienzan a tomar color, dejando a la muerte en sepia.
Dejando nuestro espíritu plasmado en una escalera de bar, o en el pilar donde nos besamos la primera vez.
Y es que el licor que me diste a beber de tu boca aun circula en mi sangre.
Abusare de la suerte y me filtrare en tus poros, para deslizarme por tu piel y finalmente acabar en tus labios de Jaspe.
Yacía en medio de una catedral.
En donde las voces en perfectos tonos de los niños, inocentes de mi perversión, casi me hacían flotar.
Donde no sabes si deriva del expresionismo alemán y su escenografía. O solo es una derivación del alcohol y la hermosa Goldie.
Sin embargo, yo seguía en el mismo ajedrez.
Por segunda ves, una premonición me hablaba sobre mi destino, y yo me negué a creerlo.
No necesito mas luz.
Es el motivo perfecto para tu muerte.
Hazlo por mí.
Acaricia el silencio.
Me dio hambre.